La pintuterapia permite crecer como persona por la vía del arte
El taller de Maite Arriaga, lleva diez años aplicando esta técnica que «sirve para afrontar soluciones traumáticas»
Maite Arriaga ha cumplido diez años ofreciendo formación en pintuterapia, centrada en el desarrollo personal. / FÉLIX MORQUECHO D.V.
La pintora y arteterapeuta Maite Arriaga utiliza la pinturaterapia con un fin de crecimiento personal y también, «en los casos necesarios, como apoyo terapéutico». Arriaga lleva aplicando la pinturaterapia a todo tipo de público desde el año 2007. Las personas destinatarias de esta práctica son todas aquellas que vean necesario el autoconocimiento y el desarrollo personal disfrutando de un momento creativo. Además, las personas que hayan sufrido algún trauma o estén viviendo un momento complicado en sus vidas, pueden respaldarse y sentir un apoyo realizando este ejercicio de meditación y autocontrol. «A las personas con una enfermedad mental les aporta bienestar a través de un modo de expresión cómodo en el que se encuentren más seguros y con el que lograr una mejoría notable», señala Arriaga.
Según los casos y las necesidades de cada persona existen sesiones grupales o individuales. En el caso de los menores, los grupos son muy reducidos para poder atender y acompañar a cada participante de manera más cercana aún.
En cuanto a las personas que estén sufriendo «un fracaso escolar, divorcios, maltrato en el hogar, abusos, bullying etc. pueden desarrollar las emociones y acercarse a una mayor autoestima para poder autogestionarse y desarrollarse en su proceso de crecimiento».
Asimismo, Arriaga decía que «la arteterapia no es psicoterapia, sino que por la vía del arte se ofrecen técnicas de desarrollo personal y autoconocimiento y de expresión emocional. Por tanto no es necesario tener ningún trastorno, sino simplemente sentir la necesidad de explorarnos a través del arte, en donde la comunicación con el cuadro es el principal proceso del taller y el habla no es la principal herramienta», señala la pintora eibarresa.
Conocer la diferencia entre un taller de arteterapia y pintura «es importante a la hora de elegir cuál es el que más se puede ajustar a la necesidad que se busca».
En el taller de pintura se aprende a dar los pasos técnicos que un cuadro al óleo o acrílico necesita para su creación. «No importa si se copia de una muestra o si es un cuadro creado por quien lo pinta a través de su imaginación. Se acompaña con música y la clase es amena entre compañero». El fin de este taller es comenzar, procesar un cuadro de manera entretenida y terminarlo con un grado de satisfacción alto.
En cuanto a la arteterapia, «la técnica no existe. Lo que en este taller se trabaja fundamentalmente son; la parte sensorial, la parte mental y la parte emocional». Así incide Arriaga que «cuando se empieza a trabajar, lo que más se desarrolla es la parte sensorial, ya que al principio se trabaja por necesidad de color, por intuición y por el dejarse llevar libremente por la necesidad física. La mente no trabaja, se trabaja de manera inconsciente. A mitad del trabajo empieza a desarrollarse la parte mental, componiendo los elementos del cuadro, aquí es cuando comienza a existir un lenguaje entre el cuadro y la persona que pinta. Pueden empezar a aparecer emociones según la imagen que se desarrolla (abstracta o figurativa) y la parte mental empieza a abandonarse cuando el cuadro ya está casi terminado, dejando sitio a la emoción».
Este espacio de expresión plástica, a su vez, hace que «las personas participantes puedan desarrollar libremente sus propios trabajos fuera de juicios y con total respeto por parte de compañeros y profesora. Todo lo que se desarrolla en el espacio, queda ahí. Sin duda las personas que acuden al taller, acaban exponiendo parte de su personalidad e intimidad y respetar a las personas y las intimidades de éstas es de gran importancia», señala Arriaga.